Se le llama knolling a una técnica que consiste en fotografiar objetos, que han sido previamente organizados con base en un concepto. En este sentido podría compararse con los bodegones, es decir, una composición elaborada para mostrar un conjunto de objetos que guardan una relación entre sí. Al knolling también se le ha definido como una técnica para hacer bodegones cenitales. Esto se debe a que las fotografías casi siempre se capturan desde un ángulo de “picado”, es decir, de arriba hacia abajo.
Una definición estrictamente técnica podría ser la siguiente: proceso de organizar objetos que guardan una relación entre sí, los cuales se disponen en líneas paralelas o ángulos de 90°, con el fin de transmitir un mensaje conceptual o estético. La mayoría de las fotos con esta técnica incluyen objetos que tienen un patrón común, bien sea de forma, color, concepto o tema. Sin embargo, también es frecuente que incluyan otros elementos complementarios o adicionales.
Los orígenes del knolling
Este tipo de técnica no es nueva. En realidad, fue creada en 1989 en el estudio del arquitecto Frank Gehry. Este canadiense se dedicaba a diseñar muebles, objetos y edificios. Su estudio era un verdadero desastre, pues tenía objetos y papeles desperdigados por todas partes. En una ocasión estaba creando una colección de sillas para la compañía Knoll. Era tal el desorden, que a su empleado Andrew Kromelow se le ocurrió organizar las piezas en el suelo para poder ensamblar las sillas de una forma más eficaz.
De este modo, tomó todas las piezas y las herramientas y las ordenó paralelamente. Quería saber dónde estaba cada cosa, de una sola mirada. Así nació la máxima del knolling: se debe ubicar en el espacio solo aquello que sea imprescindible, el resto sobra. Con el tiempo, se descubrió que esta forma de organizar los objetos daba como resultado unas imágenes muy bellas que merecían fotografiarse. El concepto llegó primero al arte y luego a la publicidad. Esta última la llevó a las redes sociales y logró que se convirtiera en tendencia.
Los principios de esta técnica
El objetivo de este tipo de fotografías es conformar una colección de objetos para contar una historia o trasmitir un concepto de estilo. Se trata de una tendencia minimalista. Esto quiere decir que se basa en la supresión de elementos innecesarios, bajo el principio de que “menos es más”. En principio, esta técnica era sobre todo un sistema de organización. Se le ha comparado con el método japonés de organización llamado “las 5 s”, que incluye los siguientes atributos:
- Seiri, clasificación
- Seiton, orden
- Seiso, limpieza
- Seiketsu, estandarización
- Shitsuke, disciplina
Estos principios se aplicaron inicialmente a las guías de montaje de artefactos o a los gráficos técnicos. Sin embargo, en la actualidad este procedimiento ha ido rompiendo las barreras de lo utilitario y adquiriendo una dimensión más compleja, que incluye objetivos comunicativos y estéticos por ejemplo para fotografiar productos para tiendas online.
La guía de Tom Sachs
Tom Sachs es uno de los artistas que ha incorporado los principios del knolling a su producción de esculturas. En su libro Ten Bullets enunció un procedimiento para “knollear”, que se puede sintetizar en cuatro pasos:
- Explorar el entorno en busca de objetos que no se estén utilizando.
- Guardar todo lo que no se use.
- Agrupar los objetos que tengan alguna similitud entre sí.
- Alinear los objetos elegidos o disponerlos en ángulo recto sobre una superficie.
- Lo que sigue es fotografiar desde un ángulo panorámico. Una vez cumplidos todos esos pasos, actualmente lo siguiente es publicar la fotografía en las redes sociales, particularmente en Pinterest o Instagram.
Aplicaciones
Actualmente se aplica a todo tipo de objetos. Desde elementos de ferretería hasta delicias gastronómicas. Sin embargo, el campo en el que ha logrado un mayor nivel de aceptación y difusión es en el sector de moda y belleza. La técnica knolling se presta mucho para diseñar “outfits” o atuendos completos. Permiten armar un look particular, con gran estilo. En las imágenes aparecen todos los elementos que, combinados entre sí, dan lugar a un atuendo bello y con personalidad. Es usual que en las mismas fotografías aparezcan los accesorios o complementos que le dan el toque final a todo.
Este tipo de fotografías han demostrado ser un auténtico multiplicador de las ventas, en especial en la modalidad online. Tienen la ventaja de que contribuyen a afianzar la imagen de marca, debido principalmente a que generan imágenes de fácil recuerdo, dentro de los usuarios de redes sociales. Así mismo, tienen un enorme potencial para la venta cruzada o cross-selling e influyen en la compra de productos adicionales (como accesorios o complementos, en el caso de la moda). Todo depende de los elementos que se incorporen a la composición.